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jueves, 15 de julio de 2010

Spotify abre el debate sobre la música a la carta gratis (y legal)

Spotify, la joven empresa sueca que causa sensación en Europa con su servicio de música en streaming (permite escuchar las canciones sin necesidad de descarga), ha abierto un interesante debate. ¿Es sostenible la oferta de música a la carta gratis financiada con publicidad?

Daniel Ek y Martin Lorentzon, director ejecutivo y fundador, respectivamente, de Spotify

En Spotify, están convencidos de que puede funcionar un modelo de negocio viable con un modelo mixto: una minoría de usuarios paga por un servicio de valor añadido y permite que la inmensa mayoría disfrute de música gratis, a cuya financiación también contribuye la publicidad.

Chris Anderson, gurú de Internet, defiende que estas fórmulas pueden ser rentables en aquellos contenidos cuyo coste marginal de producción y distribución, como ocurre en el caso de la música o el vídeo online, es cercano a cero. Para ello, es necesario que, al menos el 5% de los usuarios, sea suscriptor.

Temores.
Sin embargo, no todos lo ven así de claro. Recientemente, el semanario Business Week aseguraba que el desembarco de Spotify en Estados Unidos (está presente en Reino Unido, España, Francia, Finlandia, Suecia, Noruega y Holanda) se está viendo frenado porque a las grandes discográficas no les gusta la parte gratuita de su modelo, y están presionando para que, al igual que otros servicios de Estados Unidos, se decante exclusivamente por la fórmula de la suscripción.

En febrero, Edgar Bronfaman, consejero delegado de Warner, dejó clara su postura. “Los servicios gratuitos de streaming no son positivos para la industria.
La estrategia ‘escucha toda la música que quieras gratis y entonces, quizá, con unos pocos extras, podemos moverte al premium’ no es el tipo de aproximación al negocio que vamos a apoyar en el futuro”, aseguró.

En Yes.fm, un servicio español de música en streaming, creen que la postura de las discográficas obedece a que ofrecer legalmente música a la carta de forma gratuita “termina reforzando la postura de la piratería, ya que da a entender que la música debe ser gratis, restándole valor”, explica Frédéric Terrien, director de Yes.fm, que reserva la música a la carta a los usuarios de pago.

A algunos artistas tampoco parecen estar contentos con este modelo. Así, el grupo Scissor Sisters se ha negado a que su último álbum, estrenado el pasado 28 de junio, estuviera disponible en los sitios de streaming gratuitos.
Spotify, que tiene un catálogo de 8 millones de canciones y añade 10.000 diarias, cuenta con más de siete millones de usuarios (1,8 millones de ellos en España), de los que sólo 320.000 pagan una suscripción de 9,99 euros mensuales, que permite escuchar el servicio sin anuncios y, además, desde móviles inteligentes.

Sus responsables defienden que son servicios como Spotify los que permiten, a toda una generación de jóvenes acostumbrados a la cultura de la música gratis, a encontrar alternativas a las descargas desde las redes peer to peer.
“Queremos que la gente escuche y comparta música tan fácil como sea posible, lo que, en último término, aleja al usuario del eMule para llevarles a un entorno que beneficia tanto a los fans como a los artistas”, defiende Lutz Emerich, responsable de Spotify en España.

Modelo equilibrado.
Sin embargo, no es fácil encontrar el punto de equilibrio en estos nuevos modelos de negocio. Primero, es necesario dar a los usuarios algo lo suficientemente bueno en el servicio premium como para que decidan pagar la suscripción.

Las cuñas publicitarias de Spotify, si se mantienen en el nivel actual, inferior al de las radios comerciales, no parecen molestar en exceso si, a cambio, se puede escuchar en cada momento la música que apetece, sin ningún tipo de limitación. Ahora, el mayor gancho para atraer consumidores hacia la suscripción es la posibilidad de acceder a estos servicios desde los móviles inteligentes.

Derechos de autor.
Además, hay que acertar con el precio: si es elevado, es difícil captar suscriptores. Si es bajo, puede que no salgan los números. Si el consumo de canciones es alto, la suscripción no es suficiente para pagar los derechos de autor. Es lo que le pasó a la española Yes.fm (con un catálogo de 2,5 millones de canciones), que, al principio cobraba 3,95 euros mensuales y, ahora, 7,90 euros (9,90 si se quiere acceder desde un iPhone).

La compañía tiene 600.000 usuarios, con el objetivo de llegar a un 5% de clientes de pago a medio plazo, para alcanzar el 50% con el tiempo. Asimismo, aunque no desvela datos económicos, confía en que el peso de la publicidad en su modelo de negocio vaya disminuyendo, de forma que “en aquellas áreas en las que supone el 80%, vaya disminuyendo en los próximos 24 meses hasta situarse por debajo del 50%”, explica Terrien.
Yes.fm ha cerrado recientemente un préstamo participativo de Einsa de 500.000 euros, además de dar entrada a un fondo que está adquiriendo participaciones de los accionistas históricos. Una vez afianzado en España, el plan contempla exportar el servicio en 2011 a Latinoamérica.

Hulu y YouTube: de la publicidad a los servicios de pagoDesde su lanzamiento a finales de 2007, Hulu ha abierto una nueva forma de ver contenido televisivo en Estados Unidos de manera legal y también gratuita.
El servicio, que cuenta entre sus accionistas con NBC Universal, News Corp. y Walt Disney, ha construido en estos años un catálogo de más de 1.700 programas de televisión y películas que atrae cada mes a unos 40 millones de usuarios, situándose en Estados Unidos como segundo sitio en streaming de vídeo por detrás de YouTube.
Hasta hace poco, había optado exclusivamente por un modelo de contenido gratuito financiado por publicidad. Los internautas pueden ver capítulos de sus series favoritas un día después de su emisión en televisión y con muchos menos anuncios de lo habitual en las cadenas.
Sin embargo, Hulu también ha dado el salto a modelos de pago. A finales de junio, la compañía anunció un servicio premium de suscripción que ofrece más contenido que el gratuito, accesible además desde más plataformas que el PC, puesto que se pretende que se accesible desde el móvil a la televisión, sin olvidar tabletas o consolas de videojuegos. Mientras, YouTube, el mayor servicio de vídeos del mundo, también busca nuevas formas de ingresos más allá de la publicidad. Así, Google abrió en Estados Unidos a finales de abril un servicio de alquiler de películas y vídeos con precios de entre 0,99 y 3,99 dólares, un servicio que ofrece Apple en iTunes desde hace tiempo. En España hay servicios como Pixbox, de Telefónica, o Filmotech (ésta en streaming).
www.expansión.com 15 julio 2010

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