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viernes, 2 de marzo de 2012

Dime qué coche conduces y te diré quién eres

Imagina un cruce. Un coche se salta un stop y das un frenazo. Con la adrenalina a tope, miras al contrario… y en centésimas de segundo ya tienes la radiografía de lo que te vas a encontrar. Tu cerebro procesa marca, modelo, color, posicionamiento, spots… y asigna rápidamente un perfil de usuario y una actitud… He aquí un catálogo de situaciones posibles en función del modelo con el que has estado a punto de empotrarte.


Si es un Ibiza amarillo, rojo o negro, es probable que dentro haya una poligonera agresiva, una princesa de barrio que te montará un pollo.


Si es un Opel Astra negro es que lo tiene a medias con su novio.

Si es un Golf verde botella, se bajará un cuarentón, retropijo y educado, con zapatos castellanos y chaqueta de espiga, que te preguntará si estás bien.


Si es un Fiat 500 blanco, será una chica que iba distraída hablando con sus 380 amigos en Facebook a la vez.


Si es un Laguna plateado y abollado, seguro que habrá un oficinista medio con camisa de manga corta y corbata.


Si es una Grand Voyager será una madre envuelta en los 70 cachivaches que han salido volando dentro de su salón con el frenazo.


Si es un Porsche Cayene puede que sea una mamá joven, mujer de futbolista, que iba al gimnasio con su vaso de starbucks y el móvil. O el futbolista con un jersey de cuello alto imposible.


Con suerte habrá sido un Volvo XC60 con un ejecutivo de camisa remangada, o un Audi oscuro con traje oscuro dentro. En ambos casos los coches serán de empresa y les importará poco decir que es culpa suya.


Y si es un Saab antiguo será un arquitecto algo distraído, aunque si es nuevo y descapotable será el dueño de la discoteca de donde salía la poligonera.


A veces el mismo modelo puede ser totalmente opuesto solo por la limpieza: un Smart limpio será el coche de hacer recados para una familia bien, y un Smart sucio será de un comercial de artes gráficas con prisa.


Lo que parece bastante claro es que nunca tendrás delante a un Passat familiar. La gente Passat es tranquila e inteligente, familiar y segura. Admítelo, ha sido culpa tuya.


Seguramente podríamos caricaturizar así casi cada coche con su propietario. Ahora me lloverán chuzos de aludidos, pero como siempre ahora viene la parte del desenlace y la reflexión…

Si hay un sector marquista y emocional es este. Crear coches con actitud ha sido el objetivo de muchos modelos: ser la bandera de una personalidad, o un símbolo generacional, o de status… Porque tener un valor diferencial implicaba un sobreprecio dentro de cada segmento. Pero hoy los sobreprecios son un freno. En periodos de necesidad los extremos se convierten en algo excluyente y se buscan instintivamente las decisiones fáciles.


El proceso de compra ya era suficientemente complejo antes de la crisis. De entrada uno siempre se auto segmenta. Pertenece o no a una marca: “¿un BMW? ¿Alfa Romeo?” “¿Un Renault? Si haces el ejercicio, seguro que tu lista inicial de opciones es bastante corta. Luego se pone un techo por arriba “ ese coche es de padre” o un suelo “jamás me compraría un Toledo”. Al ser una compra social se busca consenso familiar o tribal. Y algo de envidia habrá que dar en el vecindario y en tu benchmark de amigos. Y luego, solo luego, se piensa con datos. Hasta ese momento todo había sido emocional.


Pero hoy, con el IRPF recién subido, seguro que los drivers de compra serán cada vez más y más racionales, y menos comprometidos. Por eso triunfan ahora los territorios universales, Los Peugeot 308, los Qashqai, los Hyundai I30, los 7 años de GaranKia ( ¡qué bueno!) son coches que no perfilan tanto, o te visten de prudente y ajeno a la simbología. Porque ahora eres genuino y no crees tanto en el marketing. Yo soy el que describe al coche y no al revés. Y además siempre podrás ponerle algún peluche, o algún adhesivo que muestre al rebelde, al señor, a la poligonera o a la superstar que en realidad llevas dentro….

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