La creatividad viene de serie. Como la memoria. Pero no es una capacidad
inalterable. Todo lo contrario. Funciona como un músculo. La puedes despertar o
la puedes dormir. Dicen que el sistema educativo surgido de la Ilustración no
alimenta las actitudes creativas. En el colegio se priman los contenidos sobre
las capacidades y el ejercicio de la creatividad, a menudo, se malentiende como
un asunto reducido al arte.
Pero la creatividad reivindica hoy su verdadera
utilidad. No se debe a ninguna disciplina en concreto. Se puede aplicar
absolutamente a todas y cada una de las intenciones y trabajos de una persona.
La creatividad es, en cierto modo, una actitud.
La creatividad se ha hecho hoy fuerte en las voces de muchos docentes y
educadores que se han propuesto convertirla en un pilar fundamental de la
enseñanza. Dicen que el sistema educativo actual asfixia la creatividad y que el
niño, conforme crece, va aprendiendo a aceptar lo establecido como lo bueno y lo
posible. Una locura o, cuando menos, una trágica barrera a la innovación.
Pero la situación no está perdida. La creatividad está encontrando armas para
campar libremente por el mundo. Muchas empresas se dedican hoy a fomentar la
creatividad en escuelas y empresas. Buscan recuperar una de las facultades
humanas que están ahí desde el nacimiento pero que la educación y los usos
sociales aplastan por miedo a la diferencia.
NovaGroup lleva cinco
años dedicándose a “sistematizar el uso de la creatividad en organizaciones para
que los proyectos sean innovadores y para que acabe reflejándose en resultados.
Nuevos productos, nuevos servicios, nuevos modelos de negocio…”, explica Josep
Seras, desarrollador de contenidos y coordinador de talleres de creatividad para
adultos, jóvenes y niños de esta consultora.
Un día, en NovaGroup, Miquel Angel Oliva, se preguntó: “¿Cómo podemos hacer
para ayudar a que la sociedad sea más emprendedora?”. Pensó en la universidad,
pero, cuando se vio como profesor de 5ª de ingeniería industrial, descubrió que
la curiosidad y la inquietud de los alumnos es mínima. Su verdadera preocupación
consiste en aprobar los exámenes.
Esta actitud se constata también con cifras. “Un estudio que aparece en el Libro Blanco de la Iniciativa Emprendedora en España, de
ESADE, revela que solo el 15% de los jóvenes españoles se considera creativo
y que muchos emprendedores lo son por necesidad, no porque les guste”, comenta
el desarrollador de contenidos. “Los niños son creativos, pero cuando son
adultos, esta creatividad desaparece. El sistema educativo mata la creatividad.
Vamos a actuar antes de que se produzca el problema”.
El equipo de NovaGroup, bajo la iniciativa de Oliva, pensó que “el momento
crucial en la formación de un niño es en sus años de primaria”. Es entonces
cuando adquieren sus hábitos alimenticios, higiénicos, deportivos… “Si los
adquirimos de una forma consolidada, no los perderemos de adultos”. Ese es el
momento perfecto. Es cuando “hay que reforzar su creatividad aunque el modelo
educativo, por otro lado, intente matarlo”.
La consultora ideó un proyecto para que los menores, en los colegios y en su
casa, puedan desarrollar su creatividad. “El objetivo es conseguir que todos los
niños puedan experimentar sus dotes creativas. En el futuro, las personas se
tendrán que reinventar laboralmente varias veces en su vida y eso no lo enseñan
en el colegio”, indica.
El programa partió de la premisa de que “al niño se llega mediante su
lenguaje”. “Necesitábamos un personaje. Tenía que ser alguien que, en vez de
tener superpoderes imposibles como volar o ser invisible, fuese alguien en quien
se pudiera convertir cualquier niño”, explica. Así nació Tivo Creativo. “No tiene
ojos ni nariz porque es cada niño que juega con él. Cada niño se convierte en
él”.
El viaje que hace Tivo Creativo para ayudar a desarrollar la creatividad del
niño está recogida en un libro que hace de guía y que se complementa con un
taller diseñado para desarrollarlo en las escuelas durante un año académico. El
curso que acaba de terminar fue el primero en el que se llevó a cabo este
programa, en fase piloto, en 12 centros educativos de Barcelona y Girona.
El libro arranca con un día gris “en el que las cosas se hacían así porque
sí”, cuenta Seras. Es un lugar aburrido. Sin posibilidades. Y llegó la noche.
Tivo Creativo no puede dormir. Se levanta de la cama y decide mirar por la
ventana. Para ver más lejos utiliza unos prismáticos. Los construye rodeando sus
ojos con un círculo que forman sus dedos. En realidad, ese dispositivo no es más
que el gesto que da paso al despliegue de su imaginación.
Empieza la aventura. Tivo Creativo irá hasta una sabana y allí tendrá que tomar una
serie de decisiones que, al final del cuento, le mostrarán que no siempre la
primera opción es la mejor. La imaginación y el pensamiento traen a escena
posibilidades que acaban convirtiéndose en un final más feliz.
El libro
lleva al niño por varios momentos. Primero, analizar el reto. Segundo, producir
ideas. Tercero, valorar y seleccionar la mejor idea. El proceso está diseñado
para que se haga, también, en colaboración de otros niños. En la escuela. El
método está pensado para que los profesores lo puedan desarrollar de forma
autónoma. “Hemos diseñado los contenidos y la metodología para que, con una sola
sesión en la que explicamos en qué consiste el proyecto, los profesores puedan
aplicarlos sin ninguna ayuda a lo largo del curso”, especifica Seras.
El primer cuento es pautado. Las soluciones están dirigidas. El segundo tiene
ya un final que han de inventar los niños y, de ahí en adelante, lo ideal es
plantear retos reales. Al final del pasado curso académico un colegio planteó un
reto real de una empresa a sus alumnos: Tenían que dar ideas para los helados
Frigo. “Utilizaron la misma metodología que enseña el cuento aplicada al reto de
inventar nuevos helados. Formas, sabores, soportes… El objetivo final es que
apliquen esta técnica de creatividad a su vida, que se cuestionen las cosas. El
mayor reto creativo de una persona es ella misma”.
En el proceso, además, “los niños descubren qué trabajos se les dan mejor.
Unos ven que lo más sencillo para ellos es dibujar. Otros, escribir…. Y después
se puede llevar a otros territorios y seguir el proceso con teatro, haciendo
máscaras, papiroflexia…”.
Este método se aplica en niños de edades entre 8 y 10 años. “A esta edad son
esponjas y ya comprenden muy bien”. A partir de los 11 y 12 años empiezan a ver
los cuentos como algo infantil y, por eso, NovaGroup está trabajando ahora en
“historias más rupturistas para niños mayores”.
La consultora, a principios de verano, reunió a varios de los niños que
habían seguido este programa, en distintos colegios, para plantearles un reto
real: El uso del agua y cómo reducir su consumo. Los participantes aprendieron
que el agua es un bien escaso y diseñaron varias estrategias para optimizar su
consumo. Al final, todas las ideas se elevaron al cielo en un globo de
hielo.
Fuente: Yorokobu
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