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jueves, 3 de mayo de 2012

La estrategia de ‘naming’ de los productos puede hacerse muy personal




Parece que a la hora de establecer estrategias de naming ya está todo visto. Se han utilizado sufijos, prefijos, datos numéricos, datos alfanuméricos, nombres de animales o incluso nombres extraterrestres. Y unos han tenido un éxito increíble mientras otros fracasaron trágicamente. Y es que, al final, lo que hace que una estrategia de nombramiento funcione o fracase es cómo los nombres llegan a unirse para contar una historia atractiva, y creíble, sobre una marca.
Hay ejemplos conocidos por todos y con mucho éxito, como BMW y sus nombres alfanuméricos, Apple y los nombres felinos de sus sistemas operativos o las galletas Pepperidge y el uso de ciudades en su nombre. Han tenido éxito pero lo cierto es que son casos que se han repetido una y otra vez.
Pero, ¿qué pasa si se utilizan nombres? Como explica Caitlin Brett en el blog de Interbrand, los nombres no son tan habituales. Es el caso de Kate Spade New York, cuya estrategia para nombrar los productos está basada en gente alegre. Todos los zapatos, bolsos y prendas de ropa tienen nombre de mujer, dando la sensación de que se entra en una fiesta llena de gente con nombres geniales cuando se va a comprar.
Otro caso es el de Warby Parker, que ha establecido, tanto para la colección femenina como masculina, nombres personales que hacen referencia a gente rebelde, como Monroe, Huxley, Finn, Thatcher o Beckett. Y es que, aunque no sean las gafas personales de estos personajes, sí son personas con un punto de vista fuerte, lo que aumenta el atractivo para una marca de gafas.
En definitiva, no consiste sólo en utilizar nombres de personas, sino en crear la lista de nombres que se adapte a tu marca. Eso sí, aunque hasta ahora ha sido una estrategia domunada por las marcas de moda y belleza, ¿por qué no se atreven otras marcas a diferenciarse con una estrategia de este tipo? ¿Marcas de alimentación quizás? ¿Tecnología?

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