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martes, 14 de febrero de 2012

El movimiento “slow internet” y la era de las emociones que están por llegar

Las personas tenemos la capacidad de definir el mundo en que queremos vivir. Y el camino actual, marcado por las redes sociales probablemente no tenga mucho futuro en el cerebro humano. Como asegura Tariq Krim, fundador y CEO de Jolicloud, en su blog, esta realidad implica “demasiada estimulación, demasiado ruido, demasiado estrés”.


El mundo de hoy en día está dividido por la capacidad de entender y vivir inmersos en una enorme densidad informativa. Mientras que para los expertos o aficionados a la informática o las nuevas tecnologías este nuevo mundo se basa en datos, datos y datos, para la mayoría de las personas, el mundo es algo que ya no pueden comprender.


Sea cual sea el lado en el que nos encontremos, hay algo que es evidente. No podemos ser los mejores, tener el mejor humor y portarnos lo mejor que podemos en cada momento de nuestra vida. Y, desde luego, tenemos que empezar a asumir que nuestra vida real no es sólo la historia que contamos a nuestros amigos y seguidores de las redes sociales.


Una vida que para muchos cada vez es menos interesante. El número de usuarios que deja Facebook no deja de crecer, incluso los hay que están abandonando todo tipo de relación online con otras personas. Pero, parece, como comenta Krim, que lo que hace falta es una serie de servicios que ayuden a la gente a bajar el ritmo. Ideas que ayuden a la gente a entrar en el movimiento “slow internet” y sincronicen su vida digital y su ritmo interior.


“Estamos entrando en una era post social, post app, post híper-consumo: la era de la emoción”, aseguraba Krim. Se trata de la tercera era de internet, después de la era de la comodidad y la era social, y marca la madurez de cómo las iniciativas, empresas y desarrolladores online tienen que basar sus actividades en servir al usuario y respetar su equilibrio emocional.


La nueva era, la era de la emoción, se centra en nosotros y en nuestras vidas. En apreciar los momentos, en conectar con las cosas que nos hacen sentir bien y compartirlas con las personas que pueden apreciarlas y disfrutarlas. No se trata de cuanto se consume o cuántos cientos de amigos se acumulan, sino de vivir de forma única nuestra experiencia vital. En definitiva: calidad, felicidad y emociones.


La clave de esta nueva era se basará en productos que pongan al usuario en primer lugar y que, en lugar de conducir sus vidas, sean observadores silenciosos. Es decir, estar ahí sin alterar la experiencia.


Ya hay servicios online que beben de esta tendencia, como Path o Evernote. Y también los servicios en nube tendrán mucho que decir en esta nueva realidad, convirtiéndose en una extensión natural de nuestra vida para organizarnos. Eso sí, esos nuevos productos, si quieren triunfar en la red, tienen que cumplir tres reglas básicas: ser bonitos y personales, respetar el ritmo interno y no alterar nunca la autenticidad de las experiencias o emociones.

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